el viaje eterno.....de pandora
….El viento hacía que sus cabellos se mecieran como las hojas en otoño, sin destino fijo, dejándose acariciar por la mezcla de aire y agua salada que lo regaba todo como si de una lluvia fina se tratara. El principio del viaje.
Antón la admiraba desde estribor sabiendo de antemano que ella se sabía observada por muchos de los que allí se reunían, aún así, él albergaba en su corazón, que aquel viaje que él no había deseado, le ayudara a conquistarla.
Su piel, negra como el ébano relucía bajo la luz de la luna compitiendo con su esplendor, mujer bella entre las bellas, de piernas largas y torneadas, de caderas anchas y prietas, de cintura pequeña y de pechos generosos que te hacían olvidar quien eras. Sus pensamientos coincidieron e hicieron que sus miradas se encontraran, ella le sonrió, al hacerlo sus blancos dientes desorientaron a Antón, que confundido bajo la mirada al suelo del que apenas se veía un poco de pintura.
Gabriela se puso en pie, todos los demás gruñeron por ello, el patrón había sido claro, no podían moverse, pero la mirada desafiante de ella hizo que nadie se atreviera a decirle nada. Esquivando a los pasajeros se colocó junto Antón, que incrédulo no conseguía dejar de sonreír a pesar de las circunstancias.
Sentada a su lado agarró la mano de Antón con delicadeza y la apretó contra su pecho, así continuaron por horas dejando que sus huesos se fueran entumeciendo, dejando que el frío de la noche cayera sobre ellos.
Acurrucados los dos, palabras cariñosas en susurros, Antón comprendía, le agradecía que la acompañara, ella temblaba, el frío y el miedo a lo desconocido la obligaban, solo se calmó cuando Antón le aseguró que él cuidaría de ella para siempre. Y así fue.
El viento era más fuerte, la velocidad no dejaba ni abrir los ojos, tapados baja la húmeda manta permanecieron hasta que un ruido sordo y un golpe seco, los hizo volar por los aires, aterrizando en un agua helada que impedía respirar.
Antón vió a Gabriela forcejeando violentamente con la manta que la envolvía, nadó hacia ella desesperado, sin pensar en lo que hacía, con la firme decisión de llegar a ella antes de que se ahogara, un instante antes de que él alcanzara a rozar su mano, ella se calmó y le miró a los ojos, unos ojos oscuros, tranquilos, sonrió al hacerlo y se hundió en el vacío del negro mar.
Los gritos de Antón sobresalían por encima del ruido del gasoil al quemarse, sobre los gritos de auxilio de los demás pasajeros, de los chasquidos de las latas de combustible al explotar, solo calló cuando, recordando los enormes ojos oscuros que se habían ido sonriendo, desapareció en el mismo mar oscuro en el que ella se había hundido, sabiendo que había estado con ella hasta el último suspiro…

Antón la admiraba desde estribor sabiendo de antemano que ella se sabía observada por muchos de los que allí se reunían, aún así, él albergaba en su corazón, que aquel viaje que él no había deseado, le ayudara a conquistarla.
Su piel, negra como el ébano relucía bajo la luz de la luna compitiendo con su esplendor, mujer bella entre las bellas, de piernas largas y torneadas, de caderas anchas y prietas, de cintura pequeña y de pechos generosos que te hacían olvidar quien eras. Sus pensamientos coincidieron e hicieron que sus miradas se encontraran, ella le sonrió, al hacerlo sus blancos dientes desorientaron a Antón, que confundido bajo la mirada al suelo del que apenas se veía un poco de pintura.
Gabriela se puso en pie, todos los demás gruñeron por ello, el patrón había sido claro, no podían moverse, pero la mirada desafiante de ella hizo que nadie se atreviera a decirle nada. Esquivando a los pasajeros se colocó junto Antón, que incrédulo no conseguía dejar de sonreír a pesar de las circunstancias.
Sentada a su lado agarró la mano de Antón con delicadeza y la apretó contra su pecho, así continuaron por horas dejando que sus huesos se fueran entumeciendo, dejando que el frío de la noche cayera sobre ellos.
Acurrucados los dos, palabras cariñosas en susurros, Antón comprendía, le agradecía que la acompañara, ella temblaba, el frío y el miedo a lo desconocido la obligaban, solo se calmó cuando Antón le aseguró que él cuidaría de ella para siempre. Y así fue.
El viento era más fuerte, la velocidad no dejaba ni abrir los ojos, tapados baja la húmeda manta permanecieron hasta que un ruido sordo y un golpe seco, los hizo volar por los aires, aterrizando en un agua helada que impedía respirar.
Antón vió a Gabriela forcejeando violentamente con la manta que la envolvía, nadó hacia ella desesperado, sin pensar en lo que hacía, con la firme decisión de llegar a ella antes de que se ahogara, un instante antes de que él alcanzara a rozar su mano, ella se calmó y le miró a los ojos, unos ojos oscuros, tranquilos, sonrió al hacerlo y se hundió en el vacío del negro mar.
Los gritos de Antón sobresalían por encima del ruido del gasoil al quemarse, sobre los gritos de auxilio de los demás pasajeros, de los chasquidos de las latas de combustible al explotar, solo calló cuando, recordando los enormes ojos oscuros que se habían ido sonriendo, desapareció en el mismo mar oscuro en el que ella se había hundido, sabiendo que había estado con ella hasta el último suspiro…

Comentarios
Me ha gustado el relato, lamentablemente ocurre demasiado a menudo, cuantos Antón habrá engullido el mar?
Un mar de silencio se los llevó para siempre.
Has cambiado a Blogger, bonito diseño.
Besos
Besos
Un beso!!
La tragedia vista de un punto de vista nuevo y sorprendente. ¡Ojala hiciera reflexionar a tanto politicastro! Y es una bella y sentida historia de una or cotidiano, de la esperanza que une, que nos une como personas.
¡Ojala no existan mas dramas como el que has magistralamente escrito!.
Un abrazo y no abra la caja....todavia.
Hermoso. Te felicito, es el tipo de literatura que siempre he admirado.
besos
tu vecino del 4º
posdata: que la palabra mueva las conciencias de esos tipos grises, sentados en despachos funcionales...
Sabes tocar muchas fibras niña...
Por cierto, no escribiste ya un relato sobre el tema de la inmigración????
Una mujer que trabajaba y estudiaba por las noches cuando, reventada a trabajar en uno de esos trabajos que los "españolitos" no queremos y a cuidar de su hija, se dejaba caer en su cama atada a un libro?¿¿?¿?¿?¿?
No sé, lo habré soñado, o quizás no era tuyo...
Un besazo princesa
Elly
Vino y besos.
Yo creo que nadie somos de un lugar en concreto. Somos del mundo. El mundo nos pertenece a todos. Nadie es inmigrante, en todo caso emigrante. Deberíamos leer mas a menudos textos como este... nos hacen ponernos en la piel del que tenemos enfrente.
Abrazos mil Pandora,
Mai
Besos y feliz finde!!
Muy triste.. como siempre llegas al corazón pandi..
Un beso
x
Un Beso Princesa
Enhorabuena por este gran blog!
Volveré!!
Un beso....
Un placer perderme en tus lineas incluso fuera de la tranquilidad de mi casa...
coco, si, pero yo creo que si nosotros hacemos porque se les recuerde algo estará cambiando.
estrella, las desgracias, aunque sean anónimas, no dejan de serlo.
prometeo, a los políticos creo que estas cosas les preocupan solamente por saber cuanto deben rascarse el bolsillo, lo demás les es igual. Me alegro de que te haya gustado tanto.
Vecino, espero que tu posdata sea escuchada.
Elly, creo que estrella tiene razón creo que fue Indya la que lo hizo, el mío fue de una camarera que tenía que aguantar a un jefe un poco asqueroso.
Manuel rubiales, menos mal que me encuentras tú porque con la faena del blog de terra me es imposible localizar a mucha gente.
mai, no se és de donde se nace, sino de donde se pace.
mariquilla, si que es triste, pero ocurre a diario pero es más triste todavía, no poder evitarlo.
cosita, no sé si será la buena, pero en nuestra mano está convertir su cara en otra mejor.
mario de gea, encantada de tener nuevos amigos, bienvenido.
itoiz, no soy capaz de encontrar tu email por ningún sitio..... te invito a un café si entre descanso y descanso tienes tiempo!!!!
Es un relato precioso y totalmente a la orden del día, la pena es que no haya muchos Antones dentro de esas barcas de fortuna... la mayoría es cierto mueren ahogados sin que nadie les haya tendido la mano...
Pandora Como siempre rozando la perfección
Besos